viernes, 20 de agosto de 2010

LAS GALERIAS DE MANIZALES


Al frente del Sótano, el lugar de mayor arrebato comercial y humano, queda la Escuela Jorge Robledo. Bajo la custodia temeraria del primo de quinto, ahí estudié el primero de primaria en 1962. Desde eso hace que las conozco.

Nunca antes un sitio me había provocado un corte tan abrupto en la percepción y asimilación de las sensaciones y de los sentimientos. Los meados y el cagajón de los caballos de las carretillas que se parqueaban alrededor, combatían su preponderancia con los irresistibles halagos del chocolate que como un mar de nieblas descendía de las chimeneas de la fábrica y se derramaba por el patio de recreo o se colaba en los salones afantasmando la realidad o borronando las manos, las miradas, los contornos. Eso, y las letanías sin cesar de maledicencias, insultos ocurrentes, apodos maliciosos, reyertas encendidas o groseras imprecaciones revueltas entre silbidos, gritos, lamentos, voceos, pitos, ladridos o relinchos, todo eso, le dio la vuelta a mi alma pueblerina, le despintó su inocencia y la alertó sobre la urgencia de cogerle el tono a la ciudad si no quería naufragar en sus tenebrosos encantamientos.

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1 comentario:

  1. No soy de la familia, pero este escrito... si me gusta materilerilero¡¡¡¡ Son también mis sensaciones cuando iba para el Liceo y no me permitían mis hermanas mayores, so-pena de pellizco, mirar para los bares de putas¡¡¡¡
    Cosas de la vida, en esa galeria prohibida, vivía el hombre que sería años después, el de toda mi vida.

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