UNA PREGUNTA PARA EL HERMANO

                                              UNA PREGUNTA PARA EL HERMANO ANDRÉS


En las fotos del Hermano Andrés, las turistas nudistas no se ven. Pero se ven unas palmeras que han madrugado a coger los mejores puestos en la playa, y como el viento les levanta las faldas, cualquiera les puede ver los cocos.
El Hermano Andrés, llegó a la desembocadura del Patía a las siete de la mañana, cuando los cangrejos estaban desayunando sobre la playa. Dice que los cangrejos son tenaces con sus tenazas, los únicos animales que comen con cubiertos.  Que lo vieron llegar de lejos, pues tienen los ojos bien abiertos encima de la cabeza, y se escaparon a sus huecos, caminando como bailarinas de ballet. El Hermano curioso se acercó a mirar aquello que comían y eran unos roscones que habían dejado, desde la noche anterior, los turistas en cuclillas. De eso no quiso poner fotos.
La playa estaba untada de anoche,  continúa la crónica que se puede ver en internet, estaba mojada, porque el mar había pasado la noche con ella. Dizque empezó besándole los pies, con ese ir y venir tan seductor y ese jadeo, hasta que se le echó encima y la dejó llena de espuma. Cuando el Hermano Andrés llegó a la playa, ya le había bajado la marea. El mar se madrugó a buscar sardinas, viejo verde, pero dejó tan húmeda la arena, que el Hermano se hundía, dejando las huellas profundas de sus pies, número cuarenta y tres.
Hay también un video, donde  se ven los delfines cabalgando las olas como surfistas y los pelícanos, por el contrario, flotando muy serenos, pues tienen el sustento asegurado; les basta meter su cucharón al agua, como si el mar fuera una sopa  de pescado. Se ven pargos, meros, róbalos y carpas… ¿Para qué carpas debajo del agua? Se ven dos tiburoncitos chiquitos con su mamá, y ella bregando a que se coman toda la marsopa. En el mar también hay ecología, dice el Hermano, La anguila eléctrica, por ejemplo, se desconecta de día, para ahorrar energía. Y el último que se acuesta apaga las focas.
Las famosas ballenas asesinas, son un mito, aclara el Hermano, la ballena es pacífica, amorosa con sus crías y canta bajo el agua, porque tiene oído musical. Ella sólo asesina, cuando algún hombre engreído, Diomedes Díaz por ejemplo, intenta tocarle uno de sus ballenatos.
Se ve un barco en el horizonte. Los camarones que se duermen, se los lleva ese barco… y también se lleva los delfines que mueren asfixiados en sus redes. Es un barco extranjero, denuncia el Hermano Andrés, que violando las 200 millas, arrasa el lecho marino, destruye los corales y deja sin trabajo a los pescadores. Incluso las gaviotas, que siempre fueron trabajadores y honradas, se volvieron indignas, y arremolinadas en la cubierta del barco, mendigan las sobras del desayuno a unos indiferentes marineros rubios,  que como en un poema de Neruda, pescan y se van.
El Hermano Andrés les gritó desde la playa: Respeten las 200 millas,  así como nosotros respetamos las 200 sullas. Pero dice que no lo escucharon, porque allí se quedaron dos días más, hasta que cogieron al último pez, que por ser el último, debe ser lógicamente  el del fin.
Buscando la vida salvaje, el Hermano Andrés se metió por la desembocadura del Rio Patía, selva adentro, porque a él le gustan los sitios donde la mano del hombre nunca ha puesto el pie y esa selva es una de las pocas que quedan después de tantas talas e incendios. Donde hubo fuego las cenizas quedan, dice Andrés, y donde hubo llamas queda el Perú.
La primera sorpresa en la selva, fue el ruido insoportable producido por loras, cacatúas, papagayos, guacamayas, guacharacas, cajas y acordeones. Luego luego, se dio cuenta de que era un radio de pilas, muy adentro en la selva, donde estaban moliendo vallenatos de Diomedes, a todo volumen. Las costumbres humanas han contaminado la dieta de algunos animales: Yo nunca pude entender por qué la iguana tomaba café, ni me imagino por qué la lora quiere cacao, y no me explico cómo el perico teniendo un hueco debajo el pico pueda comer. ¡No puede ser!
A la orilla del rio Patía, el Hermano vio un espectáculo que lo dejó boquiabierto: un caimán. Acompañado por su hembra, la caiwoman.  En el video se ven las fauces abiertas de par en par, mientras unas inocentes avecillas les limpian los dientes, y desayunan con esos restos, metidas adentro, sin importarles el mal aliento. Eso es convivir, enfatiza el Hermano. Los hombres no deben Dominar la tierra y a todas sus criaturas, como predican los neoliberales, sino convivir con ella. Aunque la palabra convivir no me gusta, aclara, desde que un abogado paisa, de estatura napoleónica, empezó a utilizarla para hacer todo lo contrario.
A medida que se internaba solo en la manigua, el Hermano Andrés, que no llevaba fiambre, se iba alimentando de semillas, hojas, raíces, hongos…hasta que empezó a volar  por encima de los arboles. Todo era paz y armonía en la selva. Vio mariposas de colores, que subían y bajaban por escaleras invisibles. Las mariposas salen todos los días, bien vestidas dijo el hermano inspirado, y algunas llevan sobre sus alas, un tigre de bengala, su guardaespaldas.
Claro que en la selva hay animales peligrosos para el hombre, no lo dudo, y el más peligroso, el más sanguinario, es el zancudo. Al Hermano lo picaron tan cruelmente que, uno de ellos, no pudo levantar vuelo; quedó tan lleno, que se tuvo que ir para la casa caminando, despacito. El Hermano Andrés pudo haberlo matado fácilmente pero se contuvo, porque es respetuoso de la vida animal. Al fin y al cabo, dijo, ese zancudo ya era cómo de mi familia: sangre de mi sangre.
En la selva, el animal más grande se come al chico y por eso dicen los neoliberales que es natural que el hombre, por ser el animal más grande, se coma a todos los demás. El Hermano Andrés discrepa de esa cadena alimenticia.  ¿Y al hombre entonces, no hay quién se lo coma?
--Pues Hermano  --le contestó un lector gracioso en el post de su artículo--, si el hombre está bueno, no falta quien se lo coma. Se lo come el arriendo o se lo comen otros hombres… caníbales. Pero si el hombre es muy feo, ¡Que se lo coma el tigre!
               --Eso era antes, cuando había tigres --respondió el Hermano Andrés en su Blog--. Los pocos tigres que quedan, ya no comen hombres, porque saben que estamos llenos de preservativos… químicos.
El hermano Andrés vio de pronto a la dueña del radio de pilas. Era una lavandera negra, que a orillas del rio estregaba la ropa,  escuchaba los vallenatos y arrojaba los restos del jabón al agua. También las multinacionales de detergentes arrojan los desperdicios al Magdalena, como la negra. Es que el mal ejemplo contamina el ambiente, como Diomedes.
Las multinacionales están acabando con el país, nos enseña el Hermano, en la parte final de su video. En La Guajira, hay carbón mineral, gas natural y petróleo suficientes para alumbrar a París, pero las multinacionales se llevan todo y dejan apenas en La Guajira, el cabo de la vela…apagado. Muy pronto los norteamericanos vendrán a Cajamarca, a extraer oro. Dicen que es progreso seguro, pero desplazan gente, acaban la fauna y envenenan las aguas, con cianuro. Por eso yo los invito, dice el Hermano Andrés, a reunir dinero para visitar los Estados Unidos, antes de que los Estados Unidos nos visiten a nosotros.
Estaba el Hermano Andrés diciendo esas palabras (el video se puede ver en You Tube),  cuando salió un gorila enorme por detrás, (por detrás del hermano). Ustedes se preguntarán de dónde salió un gorila, y de dónde salió el camarógrafo, si ya dijimos que Andrés andaba solo. Era el camarógrafo de Animal Planet, el que filma los momentos más espectaculares de la vida salvaje.
Gracias a ese camarógrafo intrépido, fue que todos pudimos ver en TV, al primer hombre que conquistó el pico más alto del Himalaya. Durante 15 días el camarógrafo acompañó al escalador  en ese peligroso ascenso que batió todas las marcas, y al final se le adelantó, para esperarlo allá arriba y registrar el histórico momento.  Sea ésta la ocasión para felicitar a ese anónimo camarógrafo y a los dos muchachos que le cargan sus morrales de 60 kilos.
El Hermano Andrés (que habla con los animales como San Francisco de Asís), aprovechó la presencia del antropoide para preguntarle por algunos de los enigmas más grandes del reino animal:
¿Si la evolución existe, por qué la garza soldado no ha llegado a sargento?
¿Todos los dinosaurios se extinguieron, o el de Augusto Monterroso todavía está ahí?
¿Por qué los gansos del capitolio meten las patas allá?
¿Los caballos también deben cruzar por la cebra?
¿A la mantis religiosa, su marido le cree lo que reza?
¿Es cierto que la elegante marta platinada y la distinguida zorra plateada solo comen en platos de plata martillada?
¿Qué música baila el flamenco?
Los gerifaltes, tagres, sacres, gavilanes, alcotanes y halcones ¿Ya acudieron a la voz del acontista?
¿Cuando un cocuyo está prendido tiene que entregar las llaves? 
¿Cuándo un gallo canta mal, se le puede ir una gallina?
¿A las gallinas chiquitas, les da miedo jugar chucha?
¿Puede jugar tranquilo un ratico con el gatico?
¿Las cigarras que quieran entrar al coro, deben dejar al cigarro?
¿Si encuentro al unicornio, lo dejo libre, o se lo devuelvo a Silvio?

Yo sólo quiero hacerle una pregunta a los hombres blancos, dijo por su parte el anonadado y compungido simio, mirando la cámara.  ¿Si a un gato le dicen Michín, si a un canario lo llaman Piolín, si un renacuajo es Rin-Rín y hasta un perro es Rin-Tín-Tín, entonces por qué a mí me pusieron King-Kong… si yo quería Kín- Kín?
La ecología tiene muchos adversarios, dice el Hermano Andrés para terminar su crónica. Incluso algunos animales están en contra mía. Es el caso de La zorra de Samaniego, por ejemplo. Como ella no alcanza… a entender estos chistes, seguro va a salir a decir que están verdes.

Armenia 5 Agosto 2010


Manuel Fernando Jiménez, es filosofo i letrado de la U. de Caldas. Su novela Una Historia de Rosado Arrojo, está buscando editor.